Decisiones difíciles. Soy un desastre para tomar decisiones difíciles que definen momentos. No me gusta el abrumador concepto de elegir entre dos opciones, dos caminos, dos lo que sea. No creo que solo haya dos opciones, pero eso es discusión para otro tipo de momentos, aquí sí hay dos opciones. ¿Posponer? No lo sé, ya estoy viejo para posponer.
Tampoco se puede poner pausa, eso más que una metáfora o una idealización es la realidad, la realidad es difícil de encarar, creo que quiero mi fantasía y mi mundo de ilusiones. Extraño, extraño. Me pregunto a mí mismo, mis preguntas son secretas, si hago las preguntas abiertamente quizá todo se desarme, ante todo hay que mantener unidos los pedazos, esas ilusiones que le dan sentido a todo.
Bueno, voy a verla. Ahí no puedo escribir, y ella difícilmente comprende las palabras confusas que salen de mi boca. Me duele la espalda, la pierna, tengo hambre y sueño. Mantengo una imagen serena, pero mi mente es un alboroto. Un minuto, dos, cinco, ya falta poco. Yo no sé qué va a pasar. Me imagino en medio de una montaña, con árboles a mi alrededor, con nieve, quiero volver a la nieve. Quiero ver estrellas.